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Homenaje a José Pepe Sasía

Torre de los Homenajes del Estadio Centenario
  • Fecha de emisión: 20/11/2008
  • Código: 2008-23-mp
  • Diseño gráfico: Julio Russi

Homenaje a José Pepe Sasía

Palabras del Sr. Julio Vieytes Flous, Vicepresidente de la Administración Nacional de Correos

Desde hace cuatro años, hemos tenido la oportunidad, a través del fantástico instrumento que es la Filatelia, de homenajear a hombres y mujeres que han hecho la historia de este país.

Uruguayos que por su grandeza en el pensar, en el sentir y en el actuar, se han destacado de sus pares; y hacen que cuando mencionemos sus nombres, sintamos internamente la necesidad de reverenciarlos.

Generoso ha sido este país en concebir uruguayos tan destacados, deberíamos decir incluso, generoso han sido estos uruguayos y uruguayas que han destacado a nuestro país.

La iniciativa, tanto de la asociación de funcionarios postales como del directorio del Correo Uruguayo, es precisamente la de rendir homenaje, la de reverenciar la vida de José Francisco Sasía, el “Pepe Sasía”, a traves del lanzamiento de un sello postal, que a partir del día de hoy recorrerá el Uruguay y el mundo, divulgando su historia.

Humildes, entonces nos sentimos en recordar con palabras a José Francisco Sasía. “Pepe” nació en Treinta y Tres (Uruguay),  el 27 de Diciembre de 1933. A los cinco años la familia se vino a Montevideo, en un intento de que la vida les fuera menos dificil. La lucha fue intensa, continuada. Lucha de pobres, a brazo partido con la adversidad.

A los quince años ya empezaba a tallar en los planteles de su Defensor del alma, con esa “viola” querendona de la Punta de las Carretas o Punta Brava, en la que inició y culminaría, a la vuelta del tiempo, su luminosa carrera profesional.

Sobre su pecho lució luego, en orden las casaquillas de Boca Jr., Peñarol, Rosario Central, la del Club Nacional de Fútbol, la de Racing Club de Montevideo y finalmente de nuevo, la de su querido Defensor.

“El Pepe” tenía en la sangre, la bronca del corralón y la escuela del arroyo era su libro mejor.

“Peleador de barrio Pobre, sin boca de charlatán, Aires Puros te recuerda como corazón de pan”, así como lo pinta Enrique Estrázulas, ni más, ni menos, era el “Pepe”, el de mil batallas deportivas por los caminos del mundo, donde siempre hizo gala de su indiscutible calidad futbolera, de su hondo temperamento, de su guapeza genuina.
Por eso al recordar hoy a “Pepe” a los 75 años de su nacimiento ese poema de “Quique” tiene plena vigencia.

“José Sasía, amigo fiel,
cara de murga, nariz de rey,
alma de guapo, voz de gorrión
quiero cantarte, mi evocación”

Al “Pepe”, el del fútbol y las peña, el del carnaval y la mística de barrio... el del profundo sentido solidario. Al “Pepe” la vida le resultó siempre un compromiso ineludible consigo mismo, con sus tan íntimas como férreas convicciones... en las buenas y en las malas.

Presidió la mutual, en un esfuerzo por defender los derechos de los más indefensos, de los que brindan el espectáculo, de los tantos con futuro incierto...fue siempre al frente.
Llevaba en la sangre la dimensión esquinera, el amor sin límites por el fútbol, el cuplé de la murga.
Dominaría de manera natural la sagacidad y el sentido del humor, esa picardía tan criolla, que en definitiva es siempre, una lección aprendida en los golpes que se reciben en el cotidiano vivir.

El “Pepe” mantuvo siempre una línea de conducta inquebrantable, en el acierto o en el posible error.

Tenía 17 años cuando sus padres se separaron, quedó solo con una cama y una mesa de luz. Su abuela le llevaba la ropa. Comer, comía donde lo agarraba el mediodía. Mataba las horas donde no se le pedía cuentas, ni se le preguntaba nada... en los boliches.
El Fútbol tenía por entonces un sentido de revancha, aunque sólo el supiera por qué.

El “Ipiranga”, el “Aires Puros”, por fin Defensor valoraron acabadamente el extraño valor de aquel muchachito, aunque talvez nunca penetraron en su casa vacía, para explicarse, lo inexplicable.

También con 17 años debutó en primera división. Fue un domingo en el Parque Nelson (hoy Estadio Olímpico) arrastrando la leyenda de escenario bravío. En el vestuario alguien le preguntó si tenía miedo. Se río y no dijo nada. Seguramente por su mente pasaron los días vividos en boliches, timbas y bailes, entre los ladrones y punguistas que había conocido. Se terminó de vestir y entró a la cancha.

A los diez minutos acaudillaba al cuadro y nacía un mito: el de guapo, el mismo que le había perseguido hasta entonces fuera de la cancha.

En una nota que le hiciera la pluma brillante de Franklin Morales, “Pepe” decía: “Yo peleaba, cuando tenía que pelear, no porque me gustaran las camorras. Estaba en ese ambiente y no tenía otra salida, a veces arriesgando la vida, Ud. Sabe como son esas cosas”.

“Yo estuve solo, absolutamente solo; hasta que llegué a Defensor. Allí más o menos entre Hugo Bagnulo y Juan Emilio Piriz, trataron de aconsejarme. Yo podía haber agarrado para cualquier lado. Pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Para mi todo fue un proceso de perfeccionamiento que me sirvió para comprender infinidad de cosas. Porque antes de jugar en Defensor y ganar $2.50 por partido, había repartido hielo en un carro y había sido changador de una barraca de lanas. Yo creo que ahora le doy a las cosas la exacta importancia que cada una tiene. Una vez un periodista me preguntó de qué comida desistiría, le respondí que por respeto a los que pasan hambre no le podía contestar. Con sexto de escuela yo entiendo cosas que no todos entienden, tengo una posición frente a la vida, que no viene en ningún libro.”

Más allá del “crack” que fue, del guapo que jamás ostentó, ni patentó y mucho menos se exhibió, resaltó sus enseñanzas que dejaron una estela imborrable en el espíritu de todos los jugadores de nuestro país.

... Cuentan sus compañeros que antes de saltar a la cancha les repetía: “Todos juntos, si laburamos parejo, ganamos y no nos remuerde la conciencia.”

Así fue “Pepe”, de nada se arrepintió, vivió la vida a plenitud. Lució.

Séneca, viejo filósofo romano decía al respecto – “No debemos encauzar nuestra preocupación a vivir prolongadamente, sino lo suficiente. Para vivir largo tiempo se requiere, la ayuda del destino, para vivir lo suficiente, en cambio, sólo se precisa de la actitud espiritual adecuada.

¿Quieres saber que diferencia existe entre aquel hombre mentalmente ágil, que desprecia el destino, que ha resuelto todas las tareas encomendadas por la vida y realizado el más alto valor de ésta, y aquel por el cual pasaron los años?... El uno vive aún tras su muerte, el otro ya murió antes de su muerte. Por los hechos mediremos nuestra vida, no por los años. Elogiaremos y llamaremos feliz al hombre que buen uso haga del modesto lapso que le es conferido.”

Este es nuestro humilde, pero muy sentido homenaje.

Por siempre “Pepe”, maestro entrañable de la vida.

Coordinación Filatelia