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Homenaje a Abdón Porte

Retrato de Abdón Porte y escudo de Nacional.
  • Fecha de emisión: 05/03/2008
  • Código: 2008-01-me
  • Diseño gráfico: Gabriel Zuluaga
  • Tema: Personas destacadas, Celebraciones/Conmemorativo

Era un enorme indio, todo arrojo y corazón. Tenía los ojos de buen tipo, como debieron ser los de los últimos indios de esta tierra. Nacional era su ideal, lo amaba como el creyente a su fe. Sin Nacional y el fútbol, sus únicas guías, la vida para Porte no tenía sentido.

No hay fuerza más oscura e inescrutable que el honor. Por sentido del honor, especialmente en los pueblos latinos, las personas muchas veces dieron su vida. Por defender su honor cayó muerto el 2 de Abril de 1920, Washington Beltrán en el centro de la cancha del Parque Central, fulminado por una bala de José Batlle y Ordoñez.

No hay actividad, al menos en estos extremos del planeta, tan subyugante y pasional como el deporte, y en particular el fútbol. Por él en la madrugada del 5 de marzo de 1918, ABDÓN PORTE se pegó un tiro en el medio de la cancha del Parque Central, al saber que su ciclo en el Club Nacional de Football, llegaba a su fin.

En 1911 luego de una tumultuosa asamblea que terminó en ruptura, Nacional quedó en manos de “populistas”. Así pasaron a formar parte del Club, gente como Antonio Benincasa (un zaguero que hizo historia), Angel Romano, Alfredo Foglino, Abdón Porte y Alfredo Zibechi, entre otros.

Porte debutó en la primera del C. N. de F. y el Club Libertad. Esa tarde jugó en la zaga junto a Alfredo Foglino, puesto que ocupó durante todo el año.

El 2 de julio de ese mismo año se inauguró el Parque Central, y allí estuvo el indio Abdón Porte, dominador del que se convertiría en escenario de notables acontecimientos deportivos. Esa tarde Nacional derrota al C.U.R.C.C. por 2 goles a 1.

En 1912 entró a copar la cancha. Se transformó en un centro medio gravitante. Apasionada a la hinchada y ante cada intervención suya surgía, un grito repetido en muchísimas tardes de porfías, “Un solo grito... arriba Indio”.

Hizo una carrera brillante, campeón Uruguayo con la tricolor en 1912, 1915, 1916, 1917. Titular en 207 partidos, número inusual para la época. Fue Campeón Sudamericano  con la celeste en 1917, tuvo todos los laureles. Pero su día más glorioso fue el 11 de noviembre de 1917, tuvo todos los laureles. Ese Día en la cancha del Parque de los Aliados (actual pista de atletismo) tras empate con el C.U.R.C.C., su Nacional conquistó la “Copa Uruguaya de Propiedad”. La hazaña era singular, y como tal la celebró.

Abdón Porte no lo podía creer. Desde el mismo Parque de los Aliados, tres mil personas en aplauso constante, con voces fervorosas y elevando gritos de victoria, saludaban el paso de los campeones, que iban en una carroza descubierta. Y su nombre estaba en el aire de la tarde. Su corazón parecía estallar, y al final ya nada escuchaba - ni los sones de la banda que abría camino, porque su emoción podía más. Los ojos mansos lloraron esa vez.

Su orgullo era no haber fracasado nunca contra el C.U.R.C.C. rival tradicional. Pero el tiempo no perdona y el fútbol de Porte, basado fundamentalmente en su potencia física, comenzó a decaer en ese mismo año de 1917, que precisamente fue el más glorioso de su carrera. Tuvo algunos partidos malos, la hinchada lo silbó algunas veces, y comenzó a vislumbrar, con lúcida desolación que se aproximaba el final de su ciclo. “El día que no pueda jugar más al fútbol me pego un tiro”, afirmaba a quien quisiera escucharlo.

En 1918 entrevió el ocaso, entonces si tuvo en sus ojos la terrible melancolía que debe haber dominado a los indios, al saber que se extinguían. Intuyó que lo suyo iba a tornarse pesado.

La directiva decidió correr a Alfredo Zibecchi al centro. Porte era reemplazado, sería un suplente, un hombre de reserva.

El 5 de marzo de 1918, como en los días de sus hazañas, se dirigió al centro de la cancha del Parque Central. En lugar del grito de la hinchada, vibró un estampido que puso fin a su vida.

A la mañana Severino Castillo, canchero del Parque encontró su cadáver. Dentro de un sombrero de paja iba dirigida una carta al presidente del club.

La carta decía: “Querido Doctor Don José Ma. Delgado, le pido a Ud. y demás compañeros de comisión que hagan por mí como yo hice por Uds. Hagan por mi familia y mi querida madre. Adiós querido amigo de la vida”.

Debajo de la firma de Porte, aparecían copiados unos versos: “Nacional aunque en polvo convertido, y en polvo siempre amante, no olvidaré un instante lo mucho que querido, hasta siempre”.

A los versos añadía, que lo enterraran en el cementerio de La Teja junto a Carlitos y Bolívar Céspedes.

Si el suicidio es una actitud en el mejor de los casos absurda, el suicidarse por un motivo futbolístico parece una barbaridad incomprensible. Pero el “Indio” Abdón Porte, no podía razonar así. El fútbol y el Club Nacional de Football fueron los únicos guías que tuvo en su vida. Su sacrificio, en toda su delirante irracionalidad, fue el acto de amor más puro y espontáneo de toda su breve y luminosa existencia.

Datos proporcionados por el Sr. Julio Vieytes