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Homenaje a Carlos Páez Vilaró

  • Fecha de emisión: 03/03/2011
  • Código: 2011-08-H
  • Valor: $ 37 (pesos uruguayos)
  • Diseño gráfico: Armado: Alejandro Muntz
  • Artista plástico: Carlos Páez Vilaró
  • Tirada: Tirada: 10.000 hojas Filatélicas
  • Imprenta: Sanfer SRL
  • Tema: Personas destacadas

 

Homenaje a Carlos Páez Vilaró

Correo Uruguayo realizó el lanzamiento de una Hoja Filatélica en homenaje al artista plástico Carlos Páez Vilaró, en un acto realizado el 3 de marzo en Casapueblo, Punta Ballena, departamento de Maldonado.

Por primera vez en la historia de la filatelia uruguaya se realiza un reconocimiento en vida a la trayectoria de un personaje público, resaltando su aporte y contribución a nuestra cultura.

Carlos Páez Vilaró nació en Montevideo el 1º de Noviembre de 1923.

El contacto permanente con las actividades desarrolladas por sus padres entre libros, arte, arquitectura, decoración o las creaciones más diversas, se integraron naturalmente al proceso de su niñez.

Marcado por una fuerte vocación artística, partió en su juventud a Buenos Aires, donde se vinculó al medio de las artes gráficas y conoció a los más destacados dibujantes de la época. Atrapado por la magia de la noche porteña, Buenos Aires provocó sus primeros balbuceos en el arte.

Tomó como fuentes de inspiración el tango, los bares y cabarets, donde solía dibujar a la noche en sus mesas. Estos temas marcaron a fuego la iniciación de su carrera de artista, y nunca dejaron de aparecer en los distintos períodos de su prolífica obra.

A fines de la década del 40 regresó al Uruguay y al descubrir la existencia del folklore afro-uruguayo, se vio motivado por el tema del candombe y la comparsa, se vinculó estrechamente a la vida del conventillo “Mediomundo”, una casona habitada por un sinnúmero de familias afrodescendientes, donde instaló su atelier de pintura y, con pasión desenfrenada, se entregó totalmente al tema.

En la década del 50 conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y Calder en sus talleres. Ese peregrinaje europeo inicial, el contacto con la pintura, los museos y los artistas, le dieron el impulso que necesitaba para un regreso a su país con entusiasmo.

A su regreso a Uruguay en 1969, continuó las obras de Casapueblo, modelada con sus propias manos y la ayuda de los pescadores. Ubicada sobre los acantilados rocosos de Punta Ballena sobre el mar, su casa se transformó en un símbolo del lugar. El artista define a Casapueblo como su barco quieto, trampolín para partir y al que siempre regresa. Su baúl para almacenar recuerdos, su escultura habitable.